Cambio climático y agricultura de regadío: adaptación, mitigación e incertidumbres

Para el año 2050, la Tierra contará con una población de 9.000 millones de personas y la misma superficie cultivable que la actual. En este artículo, los investigadores del CEIGRAM, Carlos G.H Díaz-Ambrona y Margarita Ruiz ofrecen una perspectiva de los retos que presenta el cambio climático para los agricultores.

18.02.2018

Por Carlos G.H Díaz-Ambrona y Margarita Ruíz*. 

Las previsiones de la FAO (2005) para 2050 establecen dos escenarios clave para la producción de alimentos a nivel mundial, una población por encima de 9000 millones de personas y una superficie cultivable similar a la actual. Esto quiere decir que la productividad de la superficie cultivable tiene que aumentar, en lo que se ha llamado la intensificación sostenible de la agricultura. Para lograrlo se estima que la superficie con cultivos en regadío aumente entre un 11-17% respecto a la actual. La agricultura de regadío se va a convertir en pieza clave, o ya lo es, en la seguridad alimentaria y nutricional global, y lo va a hacer en una época de cambios. El cambio climático va a ser la variable conductora de estos procesos de evolución la agricultura.

El cambio climático es ya una realidad incuestionable por la comunidad científica. Ahora lo que está en debate es su alcance, la última reunión de la  24ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también conocida como la Conferencia de Katowice sobre el Cambio Climático (COP24, diciembre de 2018) aspira a que este cambio no suponga una modificación de la temperatura media global superior a 1,5 ºC. El impacto de cara a la agricultura irá ligada de forma clara a la temperatura y precipitación. La modificación de la temperatura, particularmente los extremos de temperatura en el verano mediterráneo, pueden afectar a la floración de algunos cultivos como el maíz.

Por otro lado, la modificación del patrón de precipitaciones va  a crear grandes incertidumbres en la agricultura de regadío, la disponibilidad de agua para el riego puede verse afectada y se podrá reducir en función de la capacidad de regulación de las cuencas. En este o estos escenario la agricultura tendrá que adaptarse. La capacidad de adaptación de la agricultura es incuestionable, hoy tenemos cultivos y variedades cultivadas en algunos casos que van desde el ecuador a paralelo de latitud 60º, cercano a los círculos polares, por lo que hay material suficiente para esta adaptación sin menoscabo de la contribución biotecnológica. La cuestión de la adaptación es cómo aplicarla, nuestro estudios muestran la gran flexibilidad que se pueden encontrar en medidas de adaptación. Por ejemplo, en el caso del cultivo de maíz o del trigo en la elección correcta de las fechas de siembra o las variedades, permiten una superficie de adaptación amplia, es decir que reduce al mínimo el riesgo del agricultor a la hora de su aplicación. Pero la agricultura también está en la encrucijada, ya que puede ser un contribuyente neto de gases de efecto invernadero, aunque  también puede contribuir a su mitigación, la llamada agricultura climáticamente inteligente tiene este propósito. Conviene fijarse en la interacción adaptación y mitigación, ya que las tácticas de la adaptación deben favorecer la mitigación y no lo contrario.

Finalmente, el agricultor necesita certidumbres acerca de la disponibilidad de agua para el riego, de la evolución de las temperaturas en el ciclo de cultivo y de los precios globales, entre otras. Los escenarios de cambio climático aplicados sobre un conjunto de modelos de simulación de cultivos permiten, junto el big data, la evaluación de las tácticas de adaptación/mitigación antes de la aplicación por parte del agricultor y proporcionarles probabilidades ajustadas de los resultados esperados. La predicción y la proyección del clima se traducen en respuestas probables de los cultivos que ayudan a la toma de decisión al agricultor y compartida a las comunidades de regantes.

La Universidad Politécnica de Madrid (UPM) a través de dos de sus centros, Centro de Innovación en Tecnología y Desarrollo Humano (itdUPM) y Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM), lidera un grupo de expertos en agricultura y cambio climático. Para 2019 la Universidad Politécnica de Madrid ha sido seleccionada, por segundo año consecutivo, para ser una de las sedes de la Climate-KIC Journey, la escuela de verano más grande de Europa en innovación y emprendimiento para hacer frente a los retos que implica el cambio climático.

La jornada ofrece una combinación única de estudio académico y experiencia en el mundo real a través de un programa multidisciplinario organizado por las mejores universidades de Europa. En colaboración con la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se ha logrado cuantificar los impactos de la meteorología, el clima y sus variaciones en los rendimientos y la calidad de los cultivos gracias a modelos de simulación. Para las simulaciones de trigo y maíz en la península Ibérica, se han utilizado datos de la temperatura de la superficie del mar y patrones conocidos de teleconexión para establecer relaciones estadísticas entre predictores oceánicos y variables atmosféricas.

Artículos relacionadosIcono PDF

*Carlos G.H Díaz-Ambrona y Margarita Ruíz son investigadores del Grupo de Sistemas Agrarios-AgSystems, Departamento de Producción Agraria, Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas, Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales-CEIGRAM, Centro de Innovación Tecnología para el Desarrollo Humano-itdUPM, Universidad Politécnica de Madrid.