¿Pueden adaptarse los sistemas de cultivo de secano en el Mediterráneo?

Investigadores del CEIGRAM de la UPM participan en un estudio internacional que analiza las posibilidades de adaptación de los cultivos de secano a diferentes zonas del Mediterráneo para paliar los posibles efectos del cambio climático.

24.07.2017

Uno de los efectos que previsiblemente tendrá el cambio climático sobre la zona del Mediterráneo será una disminución de las precipitaciones y un incremento de las temperaturas. Por ello, una adaptación de los sistemas de cultivo de secano en el Mediterráneo no solo es necesaria sino también especialmente difícil debido a la disminución proyectada de las precipitaciones.

En este contexto, los métodos que pueden ayudar a explorar las incertidumbres en las proyecciones climáticas y el modelado de cultivos, como las superficies de respuesta al impacto (IRS) y a a la adaptación (ARS) y el modelado de conjuntos, pueden ser valiosos para identificar adaptaciones efectivas.

Investigadores del CEIGRAM, en el marco del proyecto MACSUR, han participado en un estudio que analiza la respuesta adaptativa de los cultivos de secano en la zona mediterránea  ante perturbaciones en el clima y en las concentraciones de CO2. En el trabajo han colaborado también expertos  de la Universidad de Florencia; el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA);  el Finnish Environment Institute de Finlandia; el Natural Resources Institute Finland de Finlandia y el Institute of Agrophysics, Polish Academy of Sciences, Doświadczalna de Polonia entre otros.

Para la realización de este trabajo se utilizó un conjunto o “ensemble” de 17 modelos de cultivos para simular un total de 54 opciones de adaptación para el trigo de invierno de secano (Triticum aestivum) en Lleida. Para apoyar la construcción del ensemble, se realizó un control de calidad ex post de las simulaciones de modelos basada en la coherencia ecofisiológica de los resultados.

Las adaptaciones testadas se basaron en cambios en las variedades de un mismo cultivo y en el manejo de los cultivos en cuanto a la fenología, vernalización (proceso que sufren algunas plantas ante la acumulación de frío por encima de cierto umbral que les permite florecer), la fecha de siembra y la aplicación de un único riego suplementario en floración. Los efectos de cada opción s de adaptación bajo cambios en la  precipitación, la temperatura, el  nivel de CO2 y el  tipo de suelo se analizaron construyendo superficies de respuesta, que se denominaron, de acuerdo con su propósito específico, superficies de respuesta a la adaptación (ARS).

Estas superficies se crearon para evaluar los efectos que tenían  en los cultivos de una  serie de variaciones plausibles en la precipitación, la temperatura y el nivel de CO2. Los resultados indicaron que muchas de las alteraciones probables de estas variables tendrían fundamentalmente efectos negativos sobre los cultivos.  

“Ninguna adaptación individual fue capaz de superar el efecto perjudicial de las interacciones complejas impuestas por las perturbaciones de precipitación, temperatura y CO2,  excepto el riego suplementario que sí redujo los impactos potenciales en la mayoría de las perturbaciones climáticas. Sin embargo, más de una combinación de estas adaptaciones demostraron ser eficaces para hacer frente al cambio climático en Lleida, incluso en secano, y numerosas combinaciones de ellas serían útiles con la introducción de un único riego suplementario. Por lo tanto la adaptación es posible.”, explica Margarita Ruiz-Ramos, investigadora del CEIGRAM  y una de las autoras principales del estudio.

Las combinaciones basadas en un cultivar sin necesidad de vernalización mostraron un buen y amplio potencial de adaptación. Las opciones combinadas de adaptación que tuvieron buenos resultados bajo condiciones de secano fueron pocas, pero no nulas. Sin embargo, un solo sistema de riego suplementario fue suficiente para desarrollar un alto potencial de adaptación, incluyendo opciones basadas principalmente en el trigo de primavera, la preservación de la duración del ciclo actual y el uso de una fecha de siembra temprana.

El estudio también mostró que el ambiente local, por ejemplo, el tipo de suelo, influye en gran medida en la respuesta de las plantas a las variaciones. “Muchas de las simulaciones pudieron  mantener los niveles de rendimiento actuales bajo cambios moderados en temperatura y precipitaciones  y algunos también bajo fuertes cambios”, asegura Margarita Ruiz-Ramos.  “Ello nos indica que las superficies de respuesta de adaptación pueden ofrecer una herramienta útil para apoyar la planificación de la adaptación a nivel de campo en condiciones de alta incertidumbre”.