Excursiones y visitas 2019

27 de Febrero

Visita al INTA

Se realizó una visita a las instalaciones del INTA, de acuerdo con el siguiente programa:

11:00H. Llegada al Edificio Carpa Espacial.
11:05H. Café y Video Institucional.
12:00H. Visita Guiada a las Instalaciones:
-Sala de Realidad Virtual. Realizamos, de forma virtual, el viaje a la Luna y aterrizaje en ella con el APOLO
-Banco de Turborreactores.
-Sistemas Integrados de Vigilancia Aérea.
-Centro de Ensayos del Programa ARIANNE.
-Centro de Astrobiología.
13:30 H. Despedida.
A continuación fuimos a comer a Torrejón en el Restaurante D. José.

 

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8 de Mayo

Visita a GUADAMUR


GUADAMUR.
Guadamur es un municipio español de la provincia de Toledo.

Toponimia.

El término «Guadamur» (قدمر), según algunos estudiosos, significa en árabe 'el río de las olas'; sin embargo, otros piensan que se derivaría de wadi al-mur  'río del muro',  como referencia a alguna construcción romana o visigótica de uso hidráulico. De este modo, la raíz resulta un híbrido del árabe wadi 'río, valle, vaguada', y del latín murus 'muro', a la manera de otros híbridos como Guadalcanal (Sevilla).
Uadi (el-uadi, الوادي, uad واد) es un vocablo de origen árabe utilizado para denominar los cauces secos, o estacionales, de los ríos.
El municipio se encuentra situado «en una cañada», en la comarca de los Montes de Toledo y linda con los términos municipales de Toledo al norte, Argés al este, Casasbuenas al sur y Polán al sur y oeste, todos de Toledo.
La dehesa de Daramezas, jurisdicción de Guadamur separada del resto del término municipal y embutido en el de Toledo, tiene por límite norte el río Tajo. El punto más alto del término se encuentra en La Liebrera, con 661 m.
Orígenes.
Los restos arqueológicos anteriores a nuestra era son escasísimos, apenas algunos hallazgos líticos (un raspador neolítico, un hacha de filita metamórfica) de difícil datación. Guadamur se encuentra demasiado alejado de los asentamientos del Paleolítico más cercanos (en la actual provincia de Madrid).
Los pobladores de la zona anteriores a la llegada de los romanos reciben del geógrafo Estrabón la denominación de carpetanos, y en la Carpetania integraban, junto a otros pueblos, el ámbito social y cultural celtibérico. Cerca de Guadamur hay topónimos de origen céltico como Alpuébrega, la Brega o Castrejón.
Los hallazgos arqueológicos, aunque escasos, demuestran la presencia romana en la localidad y sus alrededores: monedas, un camafeo, una estela de piedra caliza y un freno de caballo, datado en el siglo II; a ello hay que sumar piezas reutilizadas por los visigodos, como restos de columnas, placas de mármol de Carrara y estatuas. No hubo en Guadamur un asentamiento romano concreto, pero parece segura la existencia de una calzada romana de segundo orden y probable la existencia de una villa en la zona del camino viejo a Toledo. El topónimo local «Portusa» (diminutivo latino castellanizado), de un vado del Tajo a 8 km al noroeste de Guadamur, señala a la zona como un lugar de paso.
Edad Media.
La época visigótica (414–711) deja en Guadamur el capítulo más interesante de su historia. En agosto de 1858, las fuertes tormentas que descargaron sobre Guadamur dejaron al descubierto en el paraje de las huertas de Guarrazar una serie de tumbas. Los vecinos Francisco Morales y María Pérez descubrieron de este azaroso modo el Tesoro de Guarrazar, el más importante de los hallados en la Península relativos al pueblo visigodo.
Estos hallazgos, los de otros vecinos y los de la excavación arqueológica del Ministerio de Fomento y la Real Academia de la Historia (abril de 1859), formaron un conjunto que constaba de: seis coronas, cinco cruces, un colgante y restos de láminas y cadenas (casi todo de oro, hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid); una corona y una cruz de oro más una gema grabada con la Anunciación (hoy en el Palacio Real de Madrid); tres coronas, dos cruces, eslabones y colgantes de oro (hoy en el Museo Nacional de la Edad Media, París); una corona, fragmentos de otra y una macolla con una bola de cristal de roca (piezas robadas del Palacio Real de Madrid en 1921 y todavía en paradero desconocido).
La pieza más valiosa del conjunto es la corona de Recesvinto, rey que hoy da nombre a la plaza principal de la villa: sus piezas de zafiro azul proceden de la antigua Ceilán, actual Sri Lanka. Aparecieron también numerosos fragmentos escultóricos y los restos de un edificio, tal vez un delubrum romano (santuario o lugar de purificación) que en los siglos siguientes se dedicó al culto cristiano como oratorio o basílica, y que albergaba una serie de tumbas: en la más importante yacía un esqueleto sobre un lecho de cal y arena, y se conservaba la lápida de pizarra, cuya inscripción latina,  del presbítero Crispín, data del año 693 (51 del reinado de Égica, año del XVI Concilio de Toledo). Esta lápida se halla hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Según algunas hipótesis, Guarrazar no sería sino un monasterio que sirvió de escondite a una parte del tesoro real de la corte, iglesias y monasterios toledanos, para evitar su captura por los musulmanes: el monasterio de Sancta Maria in Sorbaces, según la inscripción de la cruz de Sónnica, una de las piezas del tesoro de Guarrazar conservadas en París. Copias del Tesoro se pueden contemplar hoy en la Ermita de Nuestra Señora de la Natividad de Guadamur y en el Museo de Arte Visigótico de la iglesia de San Román, en la ciudad de Toledo.
En 2013 la hipótesis ha sido confirmada con el descubrimiento efectivo del monasterio visigodo en un olivar cercano. El lugar se ha excavado convirtiéndose en un yacimiento arqueológico visitable.
Además de su propio nombre, Guadamur tiene en las cercanías más restos árabes en forma de topónimo: Daramazán, 'casa fortificada'; Daramezas, 'casa de la mesa o meseta'; Guajaraz, 'río de los espinos'; Guarrazar, 'valle del plomo'; Zuarraz, 'canalejo'; Aguanel, 'agua del pozo'; Aceituno, 'el olivar'.
La capitulación de Toledo en 1085 hizo que almohades y almorávides intentaran desbancar a los cristianos de tan estratégica posición. La comarca, en los cien años siguientes, quedó desolada por ataques y contraataques de ambos bandos. Iniciada la repoblación en tiempos de Alfonso VII, Guadamur figura como aldea del concejo de Toledo, a quien paga los tributos y de cuya jurisdicción depende.
La documentación de la que se dispone prueba que es tradicional la existencia de propiedad privada de ciudadanos de Toledo en torno a Guadamur, y que ello puede remontarse al reino taifa, por la toponimia árabe de las fincas. Desde fines del siglo XII estas propiedades van pasando a manos del clero, sobre todo el regular.
Durante el siglo XIII, el siglo XIV y el siglo XV se produce en estas tierras una progresivo paso hacia el régimen señorial, y se comienza a sentir el oprobio del vasallaje en un contexto de descomposición monárquica, fortalecimiento de las banderías nobiliarias, resistencia campesina, conflictos religiosos, pestilencias y crisis de subsistencia.
Guadamur entra en la historia bajo-medieval de la mano de don Pedro López de Ayala, hijo del canciller real y alcalde mayor de Toledo, cuyo control su familia disputaba a los Silva. Intervino en la guerra que enfrentó a Juan II y su valido don Álvaro con los infantes de Aragón, don Enrique y don Juan, y acabó entregándoles Toledo en 1440. Recuperado el terreno perdido, Juan II perdona a don Pedro en 1444; en 1446, entre otras posesiones, recibe Guadamur como concesión real. Esta fecha marca el inicio de cuatro siglos de régimen señorial en la localidad: pasa a ser la villa de un señor con omnímodos poderes, que juzga, castiga, multa, legisla, elige a las autoridades y somete a tributos, impuestos y prestaciones personales a los villanos.
El hijo de don Pedro será el primer conde de Fuensalida (1470); dos años antes obtuvo permiso del rey para construir en Guadamur un castillo, que probablemente se alce sobre una anterior atalaya árabe. Ostenta los escudos de los Ayala y de los Silva, las familias rivales del Toledo medieval. También del siglo XV data la cercana ermita de Nuestra Señora de la Natividad, influida por el estilo mudéjar toledano.

PROGRAMA DE LA VISITA.

1.-  ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA NATIVIDAD. -  
  

La ermita de Nuestra Señora de la Natividad, es el edificio más antiguo de la localidad, ubicado en el cerro del mismo nombre, posiblemente el primer edificio importante construido después de la Reconquista. Edificio de estilo mudéjar, datado posiblemente en la segunda mitad del siglo XIII, y que pudo tener alguna relación con la torre defensiva existente a su lado, torre derribada cuando se empieza a construir el castillo hacia 1444.   En esos años, los repobladores cristianos, construirían la ermita como primera iglesia, quedando después como ermita al edificarse la actual. Testimonio de que fue iglesia fueron las tumbas que se encontraron al construirse el depósito de aguas, que atestiguan enterramientos en torno al edificio, como era costumbre en esos siglos.
De la traza original de la ermita sólo se conserva el ábside semicircular de mampostería con esquinas de ladrillo por único adorno, y un par de arcos concéntricos ciegos, de herradura uno y de herradura apuntado el otro, de clara factura mudéjar. La cúpula de ladrillo se acopla al medio punto del arco toral de la nave, solución rarísima y de técnica rudimentaria, por aproximación de hiladas. La última reconstrucción es de 1976.

2.- CASTILLO DE GUADAMUR. -    
El castillo de Guadamur se construyó en varias fases, la primera de ellas hacia 1470 y la segunda hacia 1520. Fue construido por órdenes del conde de Fuensalida, para afianzar la protección de la zona, múltiples veces asediada: de 1446 a 1521 el lugar sufrió en varias ocasiones incendios y saqueos. El castillo, así como el condado, fueron posesión de la familia Ayala, agraciada con el condado de Fuensalida en 1470 por el rey Enrique IV de Castilla, pasando a la Casa de Velasco en el siglo XVII, en la persona de Bernardino Fernández de Velasco y Pacheco Téllez-Girón, VIII conde de Fuensalida. En el siglo XVIII, el título y la propiedad pasaron a formar parte del inmenso patrimonio de la Casa de Escalona, siendo después disputados por la XVI duquesa de Osuna y el XVII conde de Cedillo, descendiente matrilineal del II conde de Fuensalida.

El edificio tuvo marcado carácter militar hasta el siglo XVIII, época en la que los condes se trasladaron a su palacio toledano, junto a la iglesia de Santo Tomé, que hoy alberga la presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. El castillo, junto a su función protectora, servía también como destino de descanso y de caza de la familia, aunque fue ideado como refugio seguro próximo a Toledo en caso de que los acontecimientos políticos así lo aconsejaran (en 1471, en 1473 y posiblemente en 1507 y durante la Guerra de las Comunidades).
Las Relaciones topográficas de Felipe II informan de que el castillo "tiene sus armas antiguas (...) y su alcaide con su salario". En 1637, 1641 y 1659 el rey Felipe IV ordenó al VI conde de Fuensalida que le entregase todo el armamento disponible para atender a las necesidades bélicas de la Corona. Los distintos condes estuvieron muy relacionados con el ejército: oficiales en la guerra de los Reyes Católicos con Francia, en San Quintín con Felipe II, en los ejércitos de Felipe IV, etc. El alcaide del castillo representaba al conde en la toma de posesión de los cargos municipales y en la vida social de la villa, preferentemente en lo relacionado con la Iglesia, pero no en la administración jurídica y económica.

Vista de una de las torres

En 1880 tres vecinos de Guadamur deciden comprar el castillo a Bernardino Fernández de Velasco y Roca de Togores Pacheco y Téllez-Girón, XVIII conde de Haro, descendiente de los condes de Fuensalida. Durante esos años, estos tres vecinos alojan en él a pobres y necesitados, sin embargo, el deterioro del edificio era notable y las condiciones insalubres. Siete años más tarde, el 4 de mayo de 1887, Jerónimo López de Ayala y del Hierro, V marqués de Villanueva del Castillo, descendiente de los Ayala, anima a su suegro, el IV barón de las Cuatro Torres, conde del Asalto, a comprarlo para su restauración y segunda vivienda; aquél como especialista en historia del arte y éste como medievalista.
El nuevo propietario, Carlos Morenés y Tord, IV barón de las Cuatro Torres, había nacido en La Nou de Gaya (Tarragona) en 1835. Fue senador electo en la cámara alta por la provincia de Tarragona en las legislaturas 1876-77, 1884-85 y 1891-93. Estaba casado con María Fernanda García-Alessón y Pardo de Rivadeneyra, VI condesa de Asalto y baronesa de Davalillo.
Tras los daños sufridos por el edificio en la Guerra Civil, fue el marqués de Aguilar de Campoo quien llevó a cabo la última restauración.
El 18 de junio de 1964 fue declarado monumento histórico-artístico. En la actualidad tiene el estatus de Bien de Interés Cultural.

Descripción y Características.

La torre del homenaje es un prisma de 30 m de altura con una base de 10 m por 15 m. El patio de armas y el palacio es de planta cuadrangular, de 20 m por 12 m.
Los cuatro ángulos se rematan con torreones circulares. En la mitad de cada muro surge un prisma de base triangular, una punta de estrella, solución de refuerzo que es de las primeras en su género y antecedente de la arquitectura militar defensiva de los siglos XVIII y XIX.
Palacio y torre son de mampostería granítica con piezas de sillería labrada. La planta baja del palacio (capilla, cocina, dependencias de servicio, etc.) tiene cubierta abovedada; la planta principal (dependencias y dormitorios) tiene estructura adintelada y presenta artesonados.En la segunda fase se construyeron un segundo cuerpo de palacio, una barrera exterior defensiva y un foso.
En la reconstrucción del siglo XIX el conde de Cedillo plasmó en unos frescos de la planta noble la excursión a Guadamur de los príncipes doña Juana y don Felipe (11 de julio de 1502).
Benito Pérez Galdós se refiere a esta restauración en su novela Ángel Guerra (segunda parte, capítulo III, sección VIII):

“¿Lo ves, lo ves, tonta, incrédula? —Gritó doña Catalina saltando de gozo—. ¿Ves cómo es castillo por los cuatro costados? Veremos lo que dice ahora Simón. Oye, Casiano: ¿y no podría restaurarse ese magnífico monumento?
—¡Como resucitarse... sí! Ahí está el de Guadamur, sacado de la sepultura. Pero habrá que tirar millones.”
Entre las obras de arte, destaca la pintura del castillo de Guadamur debida a Ricardo Madrazo (1910), hoy en la Hispanic Society of America de Nueva York (Estados Unidos).

3.-CENTRO DE INTERPRETACIÓN-MUSEO DEL TESORO DE GUARRAZAR. -

El tesoro de Guarrazar es un tesoro de orfebrería visigoda compuesto por coronas y cruces que varios reyes del reino visigodo de Toledo ofrecieron en su día como exvoto. Fue hallado entre los años 1858 y 1861 en el yacimiento arqueológico denominado huerta de Guarrazar, situado en la localidad de Guadamur, muy cerca de Toledo.  Actualmente las piezas están repartidas entre el Musée Cluny de París y la Armería del Palacio Real y el Museo Arqueológico Nacional, ambos en Madrid.

Composición.
Entre todas las piezas halladas, las más valiosas son las coronas votivas de los reyes Recesvinto y Suintila, esta última fue robada en el año 1921 y todavía no recuperada. Ambas de oro, engastadas con zafiros, perlas y otras piedras preciosas pulidas las cuales reciben el nombre de cabujones. Hay también otras coronas más pobres y más pequeñas y cruces votivas. También se hallaron cinturones, hoy desaparecidos.
La tradición de los talleres de orfebrería de la península ibérica se remonta a la prehistoria, pero la de época visigoda está muy vinculada a la orfebrería bizantina. Se emplea la técnica de granates incrustados, que fue la preferida por los pueblos germánicos. Las letras de las coronas están ejecutadas con alvéolos de oro donde se han incrustado granates tallados en el hueco. Los adornos repujados de las aspas de las cruces son de tipo germánico, pero la forma de las coronas votivas es totalmente bizantina. Las coronas del tesoro son de tipo votivo, no aptas para ser lucidas como tocado.
Las presencia de joyas bizantinas en los tesoros visigodos era tan abundante, según los testimonios literarios, que en las iglesias de Mérida «había joyas para llenar varios carros» (Vidas de los padres emeritenses). Fuentes árabes testimonian que, al entrar los musulmanes en Toledo, encontraron en la catedral una serie de coronas votivas que los reyes visigodos habían ido donando, y que muchas fueron fundidas en ese momento para aprovechar los metales nobles.
Las joyas de la iglesia de Toledo y las del tesoro real fueron causa de envidias y graves disputas entre los conquistadores árabes. Una gran parte de estas coronas y cruces debieron ser escondidas por los clérigos visigodos, como ocurrió con las que estaban en el cercano monasterio de Santa María de Sorbaces.

Corona Votiva                                     Detalle de la corona de Recesvinto                        Corona y cruz votivas

Historia del Descubrimiento.
Parte del tesoro de Guarrazar fue hallado por casualidad. En el año 1858 hubo unas lluvias torrenciales que causaron el desmoronamiento del terreno donde estaba la iglesia del monasterio de Santa María de Sorbaces, en Guadamur, localidad distante 11 km de Toledo. Había sido ocultado en dos "cajas" revestidas de hormigón romano, que tenían una profundidad de 1,60 m y dejaban un hueco en cuadro de 0,75 m, junto al sepulcro de un presbítero llamado Crispinus.  
Cada uno de los depósitos tuvo un hallador distinto. Fue el primero Francisco Morales, labrador de 40 años, quien desarticuló muchas de las joyas y vendió fragmentos y componentes en viajes frecuentes a los obradores de plateros toledanos. El francés A. Herouart, profesor en Toledo y amigo de Morales, adquirió las alhajas que este aún tenía en su poder y se hizo con la tierra donde apareció el tesoro.
Herouart vendió las joyas a un diamantista, José Navarro, quien recompuso algunas coronas, rescatando lo que aún no habían fundido los plateros de Toledo. En 1859 Navarro viaja a París y negocia la venta de las ocho coronas y seis cruces pendientes al Gobierno francés. La venta se publicó en varias revistas galas. El rápido eco de la noticia en España desató la intervención de la Comisión Provincial de Monumentos, primero, y la del Gobierno de la nación, después, que inició la rápida reclamación diplomática, una investigación judicial y excavaciones arqueológicas en el lugar.
El segundo lote sufrió también continuadas mermas por ventas de su descubridor, Domingo de la Cruz. En marzo de 1861, ante la dificultad de dar salida a sus joyas, optó por obsequiar a la reina Isabel II las dos joyas que le quedaban, y entre ellas la corona de Suintila.
Hoy, tras numerosos avatares, las joyas remanentes del Tesoro de Guarrazar se conservan en tres instituciones diferentes.

El Museo de Cluny parisino guarda tres coronas, la de Sonnica, con cruz pendiente, otra decorada con arquillos y la tercera de retícula abalaustrada, una cruz colgante, la R pendiente de la corona de Recesvinto, que iniciaba su nombre, otros dos colgantes y cuatro elementos de suspensión.
En el Museo Arqueológico Nacional de Madrid se conservan las alhajas devueltas por Francia en 1941: son las seis coronas, la de de Recesvinto, dos de lámina de oro con decoración repujada y tres de retícula abalaustrada, junto con cuatro cruces pendientes; además, existe un conjunto de elementos sueltos, venidos del Gabinete de Antigüedades de la Biblioteca Nacional, al constituirse el museo: el brazo de gran cruz, el Alfa colgante y otros fragmentos y piedras sueltas. En realidad, el llamado "brazo" son dos planchas de oro de 22 cm de anchura por 10,5 cm de altura máxima en uno de sus extremos y 5 cm en el otro. Formaban parte de una cruz patada. Las planchas forrarían un alma de madera, pero tras las idas y venidas a los plateros de Toledo, etc., la cruz quedó destruida y tan solo había sobrevivido un brazo de ella.
Finalmente, en el Palacio Real de Madrid aún quedan, procedentes del segundo lote, la corona del abad Teodosio, la cruz del obispo Lucecio, una esmeralda grabada, además de pedrería y colgantes desprendidos. En octubre de 1936 desaparecieron varios fragmentos y piezas. La Corona de Suintila fue robada de la Real Armería del Palacio Real en la noche del 4 de abril de 1921 y jamás se pudo seguir su rastro. También desapareció un trozo de corona de enrejado. El robo se divulgó poco, solo La Época hizo una publicación más extensa con grabados, para que sirviese de guía en la búsqueda de lo sustraído. Al parecer fueron localizados los autores del robo, pero no los objetos sustraídos.
El estudio gemológico de Juan S. Cozar y Cristina Sapalski, reveló que el Tesoro de Guarrazar contiene 243 zafiros azules, cuyas características los hacen procedentes de la antigua Ceilán, hoy Sri Lanka, 3 cordieritas azules o iolitas, 14 esmeraldas, 1 aguamarina, 2 adularias o piedras de luna, 21 cuarzos amatista, 9 cuarzos hialinos, 6 calcedonias azuladas, 169 perlas, 154 piezas de nácar, 56 vidrios artificiales verdes, 26 vidrios artificiales azules, 2 pardo-anaranjados, 26 de color indefinido, 1 rojo y muchas piezas diminutas de granate piropo-almandino.

4-MUSEO DE ETNOGRAFICO DE LA COMARCA DE LOS MONTES DE TOLEDO. –
    
Visita   a la ermita de San Antón. Descripción de la historia del edificio y de la historia del museo y los principales objetos en los expuestos.
Fundado en 1979 por la Asociación Cultural Montes de Toledo, se encuentra ubicado en la antigua ermita de San Antón, C/ Toledo s/n.  Esta exposición permanente de útiles y manifestaciones materiales del patrimonio popular de los treinta pueblos de la comarca, agrupa materiales domésticos, religiosos, festivos, escolares, artesanos, constructivos, económicos y otros que ayudan a entender cómo vivían las comunidades rurales de la comarca.

5.- IGLESIA PARROQUIAL DE SANTA MARÍA MAGDALENA. -

Ubicada en el centro del pueblo en la plaza de Recesvinto de planta basilical. En la primera fase de construcción en el siglo XVI se edificó solamente, la nave central, con espadaña, ábside bautismal en sus pies, el presbiterio con su cimborio y la sacristía.
La primitiva traza de arco apuntado del arco triunfal, que sirve de acceso entre nave y presbiterio, nos podía hacer pensar en una mayor antigüedad de la obra, aunque esto puede ser debido a la falta de destreza de los alarifes. A esta nave, en su lado derecho, inmediatamente después del arco triunfal, se le adosó una pequeña capilla, de planta rectangular, que cobijó hasta 1905 al Santísimo Cristo de la Piedad.
La segunda fase de construcción, consistente, en la ampliación de la nave lateral izquierda, data de 1702, según consta en la placa de barro cocido colocada encima de la puerta que se abrió en esta nave. El procedimiento seguido, fue la construcción completa de la nave, adosada a la ya existente y la apertura de los cuatro arcos en la pared de la nave central.
En la cabecera se construye una habitación de planta triangular, que sirvió de osario o calvero del cementerio próximo, calvero que degenerado fonéticamente en "Carnero" dio nombre a la calle inmediata. A los pies de esta nueva nave se construye una habitación para que sirva de ubicación a la escalera de acceso al coro alto, que, posiblemente se construye también en estos años.
A principios del siglo XX, ante la necesidad de un templo más espacioso, se planteó la ampliación y remodelación del existente, impulsada por el Sr. Cura de entonces D. Juan Carrillo de Silos.

Reseña visita a GUADAMUR



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17/18 Octubre 

Como todos los años se realizado  la visita a las EDADES DEL HOMBRE, que este año se celebrara el la ciudad burgalesa de LERMA y se ha aprovechado para una visita del entorno.

Los datos del viaje y la restauración lo teneis en el archivo adjunto

Edades del Hombre 2019

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30 de Octubre

EXCURSION A HUETE

Los datos e información de la excursión los tenéis en el archivo adjunto

Excursion a Huete