2020, Año Internacional de la Sanidad Vegetal

La declaración de la FAO es una oportunidad para destacar la labor de los técnicos especialistas en el manejo de plagas y enfermedades.

18.02.20

Por DANIEL PALMERO*

En una sociedad cada vez más alejada de lo rural, parece que la declaración por parte de la FAO de 2020 como Año Internacional de la Sanidad Vegetal no merece nuestra atención. Nada más lejos de la realidad. Basta con recordar el incremento demográfico mundial, donde ya habitan más de 7.500 millones de seres humanos, pero con la estimación de superar los 11.000 millones en menos de 30 años, personas a las que será necesario alimentar. Sin embargo, la creciente demanda de alimentos que trae parejo el incremento demográfico no es la única razón; reducir la pobreza, proteger el medio ambiente o impulsar el desarrollo económico son razones de peso que también avalan la nominación.

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Las plantas constituyen el 80% de nuestros alimentos, pero los agricultores se enfrentan día a día a nuevas plagas y enfermedades que amenazan sus cosechas. A la necesaria sostenibilidad de nuestros procesos productivos se suma la imperativa reducción de pesticidas autorizados en la Unión Europea. Frente a esa realidad, nuestros agricultores son los primeros interesados en mantener su modo de vida, y se esfuerzan en implementar el uso de métodos respetuosos con el medio ambiente, como el manejo integrado de plagas y enfermedades, métodos que requieren de un conocimiento profundo de los sistemas productivos y que permiten abordar la sanidad de las plantas al tiempo que protegen el medio ambiente.

En este contexto se hace indispensable la labor de técnicos especialistas, asesores de sanidad vegetal que conozcan la realidad del agroecosistema con el que trabajan y sepan afrontar los nuevos y enormes retos a los que se enfrenta la agricultura europea.  A la aparición de enfermedades emergentes o de renovada virulencia (sirvan como ejemplo la reciente detección de la temida Xylella fastidiosa o del virus rugoso del tomate en nuestro país), se suman otras patologías y plagas ya conocidas, pero para las que no se dispone de un método de control efectivo y cuyo manejo requiere de una visión interdisciplinar que permita evitar así las cuantiosas pérdidas que ocasionan.

La defensa fitosanitaria es compleja. En muchos casos, el control con pesticidas no siempre es suficiente y los técnicos han de aunar el conocimiento de la biología de los patógenos y las plagas con las últimas técnicas desarrolladas para abordar su control. Han de conocer la interacción planta-patógeno y saber emplear agentes de control biológico, feromonas o trampas junto con otras herramientas biotecnológicas de última generación, como las que interfieren en la infección mediante el silenciamiento génico postranscripcional, las moléculas que actúan como efectoras de la defensa inducida de las propias plantas o la esterilización de insectos plaga, entre otros muchos ejemplos.

La nominación del Año Internacional de la Sanidad Vegetal será una oportunidad para poner en valor la profesionalización del sector, así como la figura del asesor fitosanitario. En nuestro país disponemos de técnicos bien formados en cooperativas, agrupaciones de producción integrada (APIs) y agrupaciones para tratamientos integrados en agricultura (ATRIAS). Son los encargados de trasladar al sector productor lo investigado en los laboratorios y universidades de todo el país. En este sentido, la labor desarrollada en los institutos de investigación autonómicos y en los organismos públicos de investigación como el CSIC o el INIA, son, junto con las universidades, la punta de lanza de dicha investigación aplicada. El Grupo Especializado en Detección, Diagnóstico e Identificación de la Sociedad Española de Fitopatología es otro claro ejemplo del trabajo diario que ha permitido la detección precoz de nuevas amenazas para nuestros cultivos. Todos ellos abarcan decenas de grupos de investigación y laboratorios cuyo trabajo, reconocido internacionalmente, ha supuesto importantes avances en el desarrollo de estrategias de control y erradicación de muchas patologías.

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La legislación europea es otro puntal necesario en materia de sanidad vegetal y responde también a las demandas del sector, incidiendo en la importancia de la detección temprana y la obligada erradicación de plagas cuarentenarias. Pero también en la armonización de protocolos y herramientas en el ámbito de la sanidad vegetal, como el pasaporte fitosanitario, que tendrá un formato común para el traslado dentro de la Unión Europea y permitirá la toma de decisiones al disponerse de información sobre la trazabilidad del vegetal.

En los últimos años se ha avanzado mucho en la profesionalización del sector gracias, entre otras cosas, a la figura del asesor en gestión integrada de plagas y a los cuadernos de campo. Aunque hoy no se entiende la administración de un antibiótico o de un fungicida a un animal sin que un veterinario lo paute (y lo mismo ocurre, por supuesto, en salud humana), cualquiera puede comprar un pesticida en una superficie comercial y aplicarlo en casa sin un mínimo conocimiento de seguridad de aplicación, dosis o plazos de seguridad. Falta aún mucho camino por recorrer para equiparar la figura del asesor fitosanitario a la de otros profesionales de la sanidad; quizá este año sea el momento de concienciar a la sociedad de esa necesidad.

La complejidad ilustra la necesidad de especialización, y los técnicos del futuro son los estudiantes del presente. En las universidades de toda España los docentes tenemos, por tanto, también nuestra cuota de responsabilidad. Hemos de ser capaces de poner en valor la importancia de la sanidad vegetal y formar los técnicos que demanda la sociedad y el sector productor, para que, más allá de cumplir con unas atribuciones profesionales concretas, nuestros alumnos sean capaces de lidiar con una realidad compleja y cambiante como la que enfrentará en los próximos años la agricultura europea.

* Daniel Palmero, autor también de las fotografías que ilustran el texto, es profesor titular del Departamento de Producción Agraria e investigador responsable del grupo Sistemas de Producción y Protección Vegetal Sostenibles.

Este artículo forma parte del número de febrero de 'Savia', el boletín de la ETSIAAB.