"Uso muchas cosas de la carrera en mi vida"

Para Ana Cotoner, estudiante de Ingeniería Industrial, los seis meses que pasó en China son “la mejor experiencia” de su vida. Allí encontró un mundo nuevo y una cultura totalmente diferente.

21.05.14

Una beca permitió a Ana Cotoner, estudiante de la Universidad Politécnica de Madrid,  pasar seis meses en China, en la Universidad “Tongji University” de Shanghai, completando sus estudios de grado de Ingeniería Industrial, y adquiriendo conocimientos generales de la cultura de aquel país.

Ana Cotoner durante su estancia en ChinaAnimada por compañeros y el entorno familiar, se decidió a solicitar una de las becas que se conceden en el marco del Programa Hispano Chino de la UPM, de la que no pensaba ser destinataria. Por eso, cuando le comunicaron su concesión, “me llevé una gran alegría”. 

Esta ayuda la permitió estar en China desde el 1 de septiembre de 2013 hasta el 31 de enero de pasado y, según cuenta, estos meses “han sido la mejor experiencia de mi vida”. Desde su llegada a Shanghai contó con el apoyo del Campus Sino-Español de la UPM, que acaba de cumplir dos años.

En China encontró “una cultura totalmente diferente: la comida, al principio me costó adaptarme, pero la segunda semana ya comía de todo), la gente, las calles, el ambiente… Con la gente me asusté un poco, pero todo es hacerse. Los chinos se involucran mucho en todo.”

Topó, también, con la ignorancia de la lengua. “Hay que aprender un poco de su idioma, porque inglés sólo lo entienden en el campus! Y la verdad es que es divertido”, afirma.

Vuelve con un buen recuerdo del campus, “está fenomenal, se ocuparon muy bien de nosotros y no tuvimos ningún problema.” Sin embargo, encontró el nivel de enseñanza “mucho más bajo” en Shanghai que en la UPM y a las asignaturas de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales  “mucho más difíciles”, pues “en mi opinión, daban cosas que nosotros ya habíamos dado en bachillerato”, explica.

Ana cuenta que la forma normal de evaluación en la universidad asiática se basa en trabajos escritos y orales, excepto en la clase de chino que se materializa en la forma de examen. Pero “los profesores y los alumnos  se volcaban con los extranjeros. Nos apreciaban mucho.”

Califica de “increíble” la vida en el Campus, con gente de todo el mundo conviviendo en el mismo sitio. “Éramos una quincena de españoles y las habitaciones eran compartidas, chicas con chicas y chicos con chicos, pero todos en el mismo edificio”, continúa. ¡Al final acabas conociendo a todos.”

Como anécdota relata que la vida nocturna era casi “gratis”. Solo se pagaban las facturas de taxis, que se compartían entre 4 personas. En las discotecas, invitaban a los occidentales a cenar y absolutamente a todo en la propia discoteca. Incluso, había noches que te pagaban por ir, simplemente por ser occidental”.

Definitivamente, volvería a China, en visitas esporádicas, “no para siempre, pues es tan diferente todo…”, asegura.

La ingeniería era lo mío

De vuelta en España está a punto de terminar su carrera, con la especialidad de Organización, por la que se decidió, saciada de “tanto cálculo, física…”, convencida de que “ya había aprendido suficientes cosas técnicas, pero interesada en la vida diaria por la organización de la empresa, la coordinación de equipos” y todo lo relacionado con el sector.

Apasionada desde pequeña por las matemáticas, en parte, por unas excelentes profesoras  que siempre valoraron su capacidad y la animaron al esfuerzo, vería claro con el tiempo que “una ingeniería era lo mío, y la duda fue cuál de ellas”. Sin embargo, encontró en la Ingeniería Industrial el camino hacia una mayor especialización, después los primeros años de asignaturas comunes. Y por ella se decidió. Algunos consejos,  el prestigio de la Universidad Politécnica de Madrid, y considerar que la enseñanza que en ella se imparte era la más adecuada para un futuro ingeniero, fueron definitivos para estudiar en esta universidad.

Hoy solo restan a Ana dos asignaturas para acabar la carrera y el Proyecto Final. Los años en la Escuela han sido “duros”, y al principio dieron margen, como a otros compañeros, a plantearse la continuidad. Por ella se decidió.

La Ingeniería Industrial te enseña a creer que todo tiene una solución y
que podemos llegar a ella

La experiencia ha sido intensa, pero ha contribuido a hacerme “una persona más fuerte”, indica.  Porque lo “bueno de esta carrera es que no sólo te animan y enseñan a razonar y pensar, sino a seguir adelante, a valorarte y a creer que todo tiene una solución y que podemos llegar a ella”, asegura.

A lo largo de estos años, siempre que ha podido ha tenido la iniciativa de complementar su formación con experiencias internacionales como un voluntariado en Malí (Bamako y un pueblo llamado Kalassa), intercambio en New Jersey, cursos de inmersión lingüística y un intercambio en China. También ha trabajado en prácticas en empresas, y “en todos los casos la experiencia ha sido excepcional.”

Ana se define como una persona muy proactiva y resoluta, a quien le gustan  las cosas bien hechas, orientada a resultados y con gran adaptabilidad al cambio.  Durante su experiencia académica y profesional ha demostrado una fuerte vocación de trabajo en equipo, y ser una persona muy empática, por los que la rodean.  Como puntos débiles de su personalidad señala el que, en ocasiones, “me cuesta demasiado dar algo por perdido para dedicarme a otra cosa, tengo mucho carácter, y en ocasiones soy demasiado perfeccionista,”, según confiesa.

Ana Cotoner con un grupo de estudiantes

Uso muchas cosas de la carrera en mi vida

Entre sus grandes aficiones está la Moda. “Me encantaría desarrollar en un futuro mi carrera en este sector, ya que me encuentro muy a gusto y me parece muy interesante y cambiante. Es un sector donde el factor humano es clave y donde me gustaría formar parte del equipo directivo, ya que creo que es donde más puedo destacar como ingeniero con formación de empresa. Por ello, en cuanto pueda, me gustaría realizar estudios de posgrado con referencia a este sector.

En la actualidad, Ana Cotoner simultanea el último tramo de sus estudios en la ETSII con su trabajo como técnica en una gran e importante empresa de logística del frío, y “la verdad es que uso muchas cosas de la carrera en mi vida”, concluye.