[21/01/20] Seminarios UPM: Biodiversidad vegetal: una herramienta contra el cambio climático

Caren Camiscia

 

El pasado 21 de enero tuvo lugar en la ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid la edición número 14 de los Seminarios UPM: Tecnología e Innovación para los ODS. En esta ocasión, investigadores e investigadoras debatieron sobre la biodiversidad vegetal como una herramienta contra el cambio climático.

En a la primera sección, el Director del Centro de Biotecnología y Genómica de plantas (CBGP), Antonio Molina, realizó una ponencia marco sobre los desafíos para la investigación en agricultura y en la segunda sección, expertos y expertas dialogaron sobre las oportunidades para la gestión de una agricultura respetuosa con la biodiversidad.

En la actualidad nos encontramos ante una gran encrucijada: si no se adoptan medidas oportunas para la mitigación y adaptación al cambio climático y el aumento de la temperatura de la Tierra supera 1,5ºC, es posible que alcancemos escenarios irreversibles. Así lo afirmó la profesora de la ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas e investigadora del CEIGRAM, Margarita Ruiz Ramos. Es por ello que, ante este horizonte, la biodiversidad deberá atravesar un proceso de adaptación, y por ende también la agricultura.


Reflexiones sobre el desafío para la investigación en agricultura

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¿Como debe ser la agricultura del futuro? ¿Qué retos tendrá que afrontar? ¿Por qué es necesario invertir en I+D+i? ¿Cuáles son los riesgos a los que nos enfrentamos? Fue en esa ocasión, Antonio Molina, Director del Centro de Biotecnología y Genómica de plantas (CBGP), quien propuso algunos lineamientos para dar respuestas a las mencionadas incógnitas.

La agricultura y, por ende, la producción de alimentos, son pilares fundamentales sobre los que se ha sostenido el desarrollo de las sociedades desde sus inicios, al mismo tiempo que las plantas son la base de la cadena agroalimentaria, fuente de energía, de materia orgánica, de oxígeno y cumplen un papel esencial en los ciclos de la biosfera. Entonces, observando el trascendente papel que la agricultura posee para la sostenibilidad de la vida, más que preguntarnos por qué es necesario investigar sobre ella, deberíamos repensar qué sucedería si no lo hiciéramos.

La agricultura tiene hoy grandes desafíos ante el nuevo y cambiante contexto climático. Es por ello que resulta imperioso poner a la tecnología al servicio de la producción de alimentos, y mediante la divulgación de las investigaciones, sus resultados y sus impactos, evitar al mismo tiempo, la demonización y generación de falsos mitos sobre ciertas tecnologías. A partir de esto queda planteada entonces la doble tarea: por un lado, la que tiene la comunidad científica en comunicar las investigaciones y por el otro, la que poseemos como sociedad de profundizar en el reconocimiento de la labor de los y las investigadoras.

En ediciones anteriores de los Seminarios UPM se profundizó sobre qué huellas deja la dieta humana en los territorios, concluyendo que la producción agrícola tiene un impacto negativo, considerablemente importante, en el cambio climático. Es debido a esto, que se requiere comprender y actuar sobre nodos claves y de manera holística.

Retomado la pregunta realizada al inicio, uno de los mayores retos con el que nos encontramos en un actual contexto de ascenso exponencial de la población en el mundo, es el de combinar la capacidad de reducir el impacto medioambiental de la actividad agrícola con el de incrementar su producción en un 70%. Esto demuestra que las propuestas de ser neutrales en carbono no solo deben concentrarse en los núcleos urbanos, sino que es preciso fortalecer la búsqueda de soluciones que promuevan una producción sostenible de los alimentos, generando menos residuos, consumiendo menos agua y sin incrementar el territorio cultivable.

¿Cómo se alcanza este reto? Una de las respuestas en las que Molina insistió fue la búsqueda de nuevas variedades, que consuman menos agua, que requieran menos plaguicidas y fertilizantes, al mismo tiempo que no se demande un aumento de la superficie cultivable. En síntesis, se precisa una producción más eficiente con menores costes ambientales.

Otro gran reto que posee la agricultura en nuestros días es el de caracterizar la diversidad genética que existe en los bancos de semillas. En función de eso, estamos ante la presencia de sucesos inéditos y revolucionarios en el avance de herramientas de edición genética que permiten generar mutaciones muy concretas en un gen para buscar mejoras vegetales sustanciales. Estos avances permiten mutar de manera precisa sin dejar rastros del proceso de transformación.

Desde los inicios de la agricultura hace cerca de diez mil años, la humanidad ha venido domesticando las plantas con fines alimenticios, medicinales y laborales, sucesos que han transformado radicalmente a las sociedades. Como se deja ver, desde tiempos inmemoriales, las personas han intervenido el entorno vegetal en búsqueda de sus características más valiosas. Hoy en día, los avances en mutaciones genéticas a conciencia permiten acelerar dichos procesos de domesticación.

Más allá de estos avances y los que vendrán, existen ciertos riesgos al aventurarse a afrontar estos retos. Molina mencionó algunos de los más relevantes: que el avance del conocimiento no sea suficiente dada la dificultad de los procesos biológicos a estudiar, las limitaciones legales para la implementación comercial de la Biotecnología Vegetal, el exacto conocimiento sobre cuáles serán cambios ambientales, la no aplicación de modelos de innovación para la aceleración de la transferencia del conocimiento al sector productivo, las consecuencias de una dependencia alimentaria y tecnológica de muchos países y la percepción social de que la producción de alimentos no posee en componentes tecnológicas.

Además, existen muchos mitos en torno a la relación entre agricultura y tecnología que requieren de mucha divulgación científica para poder aportar información que ayude a entender y resquebrajar ciertas ideas construidas sobre la desinformación. El catedrático desmontó tres mitos que a su entender perjudican la correcta comprensión de la agricultura. El primero de ellos es que las semillas nunca han sido libres, ya que a FAO nunca ha producido la totalidad de semillas que se requieren en el mundo. El segundo es que la “tecnología Terminator” jamás se implementó. La mejora de la eficiencia ante el cambio climático y el uso del agua es un aspecto positivo, el tema a discutir en todo caso sería si el desarrollo de la semilla lo hace un centro público o privado. Por último, que los pesticidas o plaguicidas utilizados en la agricultura se han reducido y se ha incrementado la producción agrícola como derivado de eso.

El experto afirmó que las nuevas variedades de semillas no son incompatibles con la agricultura ecológica ya que esta última no tiene restricciones en torno al uso de variedades híbridas obtenidas por métodos no convencionales, sino que las restricciones se dan en torno al uso de determinados tipos de fertilizantes y fitosanitarios. Además, el avance en las nuevas variedades puede permitir mejorar la productividad local con métodos más sostenibles y evitar la pérdida de productividad ante condiciones climáticas venideras más adversas.

La agricultura es una tecnología de manipulación de los seres vivos hecha en busca de un bien común. La agricultura ha sido el principal elemento del progreso de la sociedad. Con lo cual, si se llegase a una crisis alimentaria la sociedad como la conocemos desaparecería, por ende, se requiere generar todas las garantías necesarias para asegurar la alimentación de las personas.

Para finalizar su disertación el experto hizo referencia a que los campos agrícolas que se han venido cultivando distan de ser un espacio natural, con lo cual estudiar las asociaciones beneficiosas descubiertas en zonas conservadas y aprovecharlas mediante herramientas biotecnológicas y genómicas permitirá reconstruir espacios agrícolas más naturales en los que no sea necesario usar fertilizantes, sino que se implementen microorganismos naturales.

 

Oportunidades para la gestión de una agricultura respetuosa con la biodiversidad

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En esta sección del seminario, moderada por la investigadora Margarita Ruiz Ramos, Luis Tadeu Assad, Director del Instituto Brasileiro de Desenvolvimento e Sustentabilidade (IABS), Elena Torres, Asesora Técnica del Banco de Germoplasma Vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid y Fermín Villaroya Gil, profesor de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid y experto en gestión del agua, dialogaron con el objeto de esclarecer cuales son los retos y oportunidades con los que nos encontramos para poder alcanzar una gestión de la agricultura respetuosa con la biodiversidad.

La palabra que marca el camino hoy es desafío. Esta palabra nos invita a configurarnos como una sociedad más activa en la búsqueda de soluciones para los nuevos retos.

Como se mencionó a priori, uno de estos retos es la búsqueda de estrategias que permitan asegurar la capacidad de adaptación y resiliencia de la biodiversidad al mismo tiempo que se gestiona una producción agraria sostenible y respetuosa.

Algunos expertos y expertas como la Asesora Técnica del Banco de Germoplasma Vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid, Elena Torres confirman que ante la existencia de una gran diversidad de modelos agrícolas existen algunos que son compatibles con la conservación de la biodiversidad.

El complejo escenario de incremento sostenido de la población mundial y por ende, el aumento constante de la demanda de alimentos requiere la resolución de ciertos conflictos actuales para habilitar las respuestas a los desafíos. Luis Tadeu Assad, Director del Instituto Brasileiro de Desenvolvimento e Sustentabilidade (IABS), sostiene que algunos de estos últimos son: baja producción junto a aumento de producción, poco conocimiento y mucha tecnología, conocimiento tradicional e innovación social, mercados de gran porte y nichos de mercados muy específicos, renta para los productores locales, distribución de la renta y concentración de la renta, las semillas con modificación genética que se precisan para adaptarse al cambio climático y el mercado que exige la certificación de semillas, el uso de lo tradicional y la incorporación de nueva tecnología, entre otros.

Ante este panorama, Molina sostiene que adaptar las variedades de semillas a las condiciones climáticas cambiantes es otro de los desafíos que permitirá responder a todos los modelos de agricultura (intensiva, extensiva, local, etc.). A esto se añade un desafío más: la gestión del agua para los cultivos. El inevitable resguardo del recurso hídrico hace que no sea sostenible optar por el aumento de las superficies de riego, con lo cual, la generación de variedades más adaptadas a condiciones ambientales de mayor escasez de agua evitará la disminución de la productividad.

De todo esto se deriva también que, no solamente se requiere una adaptación de las semillas, sino que se debe asegurar su conservación ante el posible impacto que el cambio climático tenga sobre la desaparición de las especies. Elena Torres confirma que en España existen más de 10.000 especies de plantas y que cerca de 1.500 se encuentran amenazadas y, sin embargo, no se destinan suficientes recursos para su conservación. Agrega que, en el transcurso del 2018, 19 especies vegetales han desaparecido en el país, y el problema es que una vez que esto sucede no es posible recuperarla con lo cual se requieren activar acciones para evitar su pérdida.

Es por ello que los bancos de germoplasma poseen un rol esencial. En primer lugar, son un respaldo a la conservación in situ y, por otro lado, hacen que esos recursos sean accesibles a los mejoradores para que los utilicen en favor de la búsqueda de nuevas variedades. En esta misión, el banco de la UPM ha sido pionero en el mundo al encargarse de la recolección de especies, sobre todo aquellas que se encuentran amenazadas.

Otro desafío al que nos enfrentamos es la manutención del suelo, junto al de producir más y mejores productos con un modelo de baja emisión de carbono que no impacte en los equilibrios ecosistémicos, sobre todo en aquellos biomas ecológicamente más frágiles. Esta situación requiere, según Tadeu, de la construcción de abordajes más amplios de la sostenibilidad. Lo que implica que al hablar del suelo no solo se deben incluir aspectos ecológicos sino también por ejemplo económicos, como la distribución de la renta, políticos, legislativos y sociales que requieren de alianzas multiactor entre gobiernos, empresarios, sociedad civil y productores.

Tomando como ejemplo a Brasil, uno de los estados productores más importantes del planeta, allí se percibe una dicotomía en torno a su gran diversidad, es decir, la existencia de una enorme riqueza natural a proteger que al mismo tiempo es entendida por ciertos actores como un obstáculo para la extensión de la agricultura. Tadeu sostiene que aquí se da un encuentro de actores concretos con miradas propias. Por un lado, está la sociedad brasileña que identifica a la Amazonía como un símbolo nacional, luego están quienes allí habitan que requieren de un desarrollo para sus vidas. Esto precisa entonces de un gran acuerdo social, que permita afianzar una agricultura sostenible que abrace un sinnúmero de aspectos.

Para completar esta secuencia de desafíos retornamos a los recursos hídricos, ya que la disponibilidad o no de este recurso opaca en gran medida las demás acciones. El profesor de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid y experto en gestión del agua, Fermín Villaroya Gil, afirmó que el cambio climático afecta la disponibilidad de agua sumado a que se proyecta un aumento de la demanda para la misma cantidad de cultivos debido a la evapotranspiración. El reto aquí está estrechamente ligado a las previsiones en la disminución de las precipitaciones que se estima serán de entre un 15 y un 20%. Además, tan importante como eso, son los usos que se hacen del suelo ya que la disminución de las precipitaciones no es proporcional a la disminución de la escorrentías. Los ríos están  menguando con un porcentaje más alto que el de las precipitaciones debido al uso que se hace del suelo, a lo que se suma, el abandono del campo permitiendo el crecimiento de una masa arbustiva que evapotranspira en mayores cantidades. Finalmente se adiciona la poca reutilización del agua y las fugas de la red de agua potable.

En conclusión, la sumatoria de estos sucesos hacen que a los cauces de los ríos, hablando específicamente de España, ya no les llegue suficiente agua, con lo cual deberíamos  preguntarnos de dónde obtendremos el agua que se necesita para la mantención de la vida. Ante esta incógnita Villaroya Gil traslada un mensaje optimista sosteniendo que si se logra hacer un uso racional y adecuado de los acuíferos, reciclar más el agua, subsanar las fugas, junto al avance de la desalinización, hay caminos posibles para poder suplir la demanda. Y teniendo en cuenta que el mayor consumo del recurso se da en la agricultura, es allí donde hay que colocar más esfuerzos para buscar soluciones que incorporen un uso eficiente del agua.

Un último aspecto a considerar en torno al recurso hídrico gira alrededor del comercio de agua virtual. Esta última viene a representar el cálculo de agua requerido para la obtención de un producto ya sea agrícola o industrial en todas las fases de su producción. Se utiliza la denominación de virtual ya que el agua no se encuentra visible en producto como tal . Ante este concepto, el experto sostuvo que mientras haya relaciones políticas estables el comercio de estos productos, especialmente de los agrícolas que poseen agua verde (la que está presente en la atmósfera y que se precipita hacia la tierra) no generará grandes desequilibrios o rispideces, situación que puede no manifestarse siempre de esta manera.  

Los investigadores e investigadoras que participaron de este Seminario nos han mostrado algunos de los desafíos que tenemos ante el cambio climático, que tienen la particularidad de estar todos intrínsecamente conectados. Entonces, nos dejan planteado un gran desafío como sociedad: el de consolidar un análisis sistémico y ampliar las variables de sostenibilidad para poder emprender acciones transformadoras, integrales y estructurales.