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Descripción
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| Aunque durante los últimos lustros se han conseguido avances importantes en diferentes regiones del planeta, el desarrollo que se ha ido materializando no es equitativo, como lo demuestran las cifras que reiteradamente salen a la palestra en el debate sobre la cooperación internacional: en torno a la séptima parte de la población mundial no dispone de seguridad alimentaria y tiene un acceso muy limitado al agua segura, a sistemas de saneamiento adecuados o a fuentes de energía modernas. Simultáneamente se está produciendo una sobreexplotación de los recursos naturales y se han modificado un número considerable de ecosistemas acuáticos impidiendo que cumplan sus funciones ecosistémicas. Existen otras tendencias que afectan a la preservación de los recursos naturales, como son la creciente demanda que tendrá lugar en el inmediato futuro como consecuencia del incremento demográfico, la expansión de las clases medias en los países de rentas medias, con el consiguiente cambio de dietas y modos de vida, y la urgente necesidad de garantizar el acceso al agua, saneamiento y energía. La resolución de esta problemática implica presiones relevantes sobre los recursos escasos. Otro factor que supondrá una intensificación en la demanda de los recursos es la urbanización dado que cerca de la mitad de la población mundial vive en ciudades en las que hay cerca de mil millones de personas que residen en las zonas periurbanas, pero que se espera que estas cifras se dupliquen en 2030. Si no se cambian sustancialmente las formas de producción y consumo, para afrontar las circunstancias anteriores la producción agrícola tendrá que aumentar en torno al 70% para 2050, y en 2035 las necesidades de energía primaria aumentarán en un 50%; estos incrementos tendrán, sin duda, impactos notables sobre el agua y la tierra. Redundando en lo anterior, el cambio climático agravará las presiones sobre estos recursos, incrementando la vulnerabilidad de las personas y los ecosistemas, especialmente en zonas áridas. Todas las presiones aludidas pueden propiciar crisis sociales y ambientales motivadas bien por escasez de agua, degradación de la tierra o crisis alimentarias. El mayor reto que se plantea es compaginar objetivos a largo plazo -como son, por ejemplo, la protección del clima, la biodiversidad y el desarrollo equitativo y sostenible-, no ya solo con planteamientos de desarrollo económico sino, especialmente, con la consecución de los derechos asociados a un nivel de vida digno, al acceso al agua y saneamiento y a la alimentación. Ante este contexto general, se ha tomado conciencia de que es necesario realizar un análisis conjunto en términos de agua, tierra y energía para caracterizar la disponibilidad y la productividad de los tres recursos. Esta aproximación se ha empezado a estudiar a escala global y regional pero son todavía escasos los estudios nacionales que se disponen. Hasta ahora se han caracterizado los nexos bilaterales, como son los del agua y energía y agua y tierra, pero es necesario avanzar en el análisis conjunto del nexo, en atención a las profundas interrelaciones que existen entre estos tres recursos de forma simultánea. | |
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Internacional
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No |
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Tipo de proyecto
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Proyectos y convenios de financiación privada |
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Entidad financiadora
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Fundación Canal Isabel II |
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Nacionalidad Entidad
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ESPAÑA |
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Tamaño de la entidad
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Desconocido |
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Fecha concesión
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30/06/2014 |