General, Investigación

“Este será el siglo del cerebro”

Entrevista a Julia Guiomar Niso Galán, doctora en Ingeniería Biomédica por la UPM, que trabaja en el Instituto Neurológico de Montreal.En la entrada del Instituto Neurológico de Montreal se lee inscrita en el muro la siguiente cita del doctor Wilder Penfield, un neurocirujano canadiense excepcional: “The problem of neurology is to understand man himself”. Una visión que comparte Julia Guiomar Niso Galán, para quien el problema, o quizá mejor, el resultado de la neurología, y “más aún de la neurociencia, es entender al hombre mismo”.
Y es que a esta ingeniera de telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), que hizo su tesis doctoral en el Centro de Tecnología Biomédica (CTB-UPM), siempre le ha apasionado el cerebro humano. “¿Cómo puede ser que podamos mandar cohetes al espacio y tengamos la más impensable tecnología, y no sepamos aún cómo funciona una masa de apenas 2 kilos?”, se pregunta. Poco después de comenzar los estudios en la UPM, descubrió que teleco podía tener una relación directa con la neurociencia. “Si somos capaces de codificar mensajes y voz en señales para enviarlos por el móvil o Internet, ¿por qué no investigar el proceso inverso e intentar descifrar qué información podemos obtener de las señales que genera nuestro propio cuerpo, en concreto, nuestro propio cerebro?”.
Hoy Guiomar trabaja como postdoctotal fellowship en el Instituto Neurológico de Montreal (Universidad McGill), uno de los centros de mayor reconocimiento internacional en su ámbito. “Admiraba el prestigio histórico de la institución y el gran trabajo que se realiza allí”, explica. Su interés se centró en el grupo del profesor Sylvain Baillet, un gran científico director del Centro de Imagen del Cerebro McConnell y que trabaja, principalmente, con magnetoencefalografía, la técnica en la que se especializó Guiomar durante su doctorado en el CTB.
Estudiar el procesamiento sensorial en personas ciegas, la conectividad cerebral de pacientes con epilepsia o la neurorehabilitación motora son algunos de los trabajos que allí desarrolla. Apasionada del baile, esta joven ingeniera compatibiliza su profesión con las clases de jazz y de danza contemporánea que le “recargan de energía” cada día. Además, practica natación e innertube waterpolo, una divertida especialidad local del waterpolo. Lo único que echa en falta, admite, es el teatro, pues después de tantos años en No es culpa nuestra, el grupo de teatro de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la UPM, “es difícil encontrar algo equivalente aquí”.
Pregunta. ¿Por qué eligió la ETSI de Telecomunicación de la UPM para cursar sus estudios?

Respuesta. Madrid cuenta con escuelas técnicas públicas y de gran calidad. La UPM es una universidad de referencia internacional en ingeniería, con profesores muy cualificados y alumnos de alto nivel. Guardo un excelente recuerdo de mi paso por la universidad. Si tengo que destacar algo de lo que me enseñaron allí, además de los conocimientos técnicos y científicos, es a saber afrontar los problemas sin temor alguno. Estamos preparados para encontrar una solución lógica a cualquier cuestión a la que nos enfrentemos.
P. ¿En qué momento decidió orientar su carrera hacia la investigación?

R. Todos nacemos investigando: nuestro entorno, nuestro alrededor y, en cierta medida, nunca dejamos de hacerlo, simplemente cambian los temas que atraen nuestra atención. Yo he estado siempre tan entusiasmada por seguir aprendiendo y descubriendo cosas del cerebro, que nunca sentí que tuviese que decidir nada. Solo continuaba haciendo lo que me más me gustaba. De la misma manera que de pequeña me preguntaba qué color obtendría mezclando pintura azul y roja, ahora también trato de responder nuevas preguntas con los datos de las señales cerebrales que registro.
P. Cuenta con experiencias internacionales, en el Instituto Max Planck en Frankfurt o el Instituto de Neurociencias de los Países Bajos en Ámsterdam. ¿Cómo las valora?

R. Fueron muy positivas y enriquecedoras. Tuve muy buenos supervisores y su efecto tuvo una influencia muy positiva en mi trayectoria. Formar parte de otros institutos de neurociencia me ayudó a poner en perspectiva mi trabajo y avanzar más rápidamente. Porque ver cómo se trabaja en otros laboratorios, las diferentes dinámicas relacionadas con la cultura del país, compartir los conocimientos y conocer personas con pasión por proyectos de tu mismo campo, son experiencias que te abren, te conectan, y en definitiva, te enriquecen. Por ello, creo que se deben potenciar los programas que ayudan e impulsan la movilidad, o al menos, no descuidar los existentes.
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