En recuerdo de César Gómez-Campo, maestro de botánicos
“La misma esencia de los bancos de semillas supone mirar hacia el futuro, pero también tiene sentido mirar de vez en cuando hacia atrás para recapitular experiencias”. Esta reflexión de César Gómez-Campo sobre el Banco de Semillas de la UPM sirve para recordar lo que fue su vida.
César Gómez-Campo era Doctor Ingeniero Agrónomo y Doctor en Ciencias Biológicas. En 1965 obtuvo la Cátedra de Organografía y Fisiología Vegetal en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos, y durante doce años dirigió, además, el Departamento de Aplicaciones de la Energía Nuclear a la Agricultura en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias.
A partir de la década de los setenta se dedicó con exclusividad a la docencia e investigación en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos, donde asumió la jefatura del Departamento de Organografía y Fisiología Vegetal. Después de la reforma universitaria de 1987, se ocuparía de la dirección del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid, universidad de la que luego fue nombrado Profesor Emérito.
Entre las primeras inquietudes investigadoras del profesor Gómez-Campo se encontraban los estudios del efecto de las radiaciones ionizantes sobre el material vegetal. De él es el diseño del Campo de Radiación Gamma del INIA en El Encín (Alcalá de Henares), que sirvió para poner esta infraestructura pre biotecnológica a disposición de la investigación agraria española.
Investigación abierta al mundo
Fue un pionero en el ámbito de la conservación vegetal. Creó el banco de germoplasma de la ETSI Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid en 1966, siendo el primero en el mundo que se especializó en flora espontánea. Desde entonces este banco ha envíado muestras de semillas a numerosos investigadores, y un elevado número de trabajos de investigación de diversa índole en distintos países ha sido posible gracias a la existencia del material vegetal almacenado por su iniciativa. También gracias a su labor en el ámbito de la conservación vegetal, se pudo, por ejemplo, salvar una especie extinta (Diplotaxis siettiana) que fue regenerada a partir de semillas que habían sido previamente recolectadas y conservadas por él. El exitoso procedimiento de conservación de semillas perfeccionado por César Gómez-Campo ha permitido que las primeras semillas que él guardó siguieran, al cumplir cuarenta años de almacenamiento (en 2006), tan vivas como al principio. Sobre la base de este éxito consiguió impulsar la creación de numerosos bancos de semillas, tanto en nuestro país como fuera de nuestras fronteras.
Editó el primer Libro Rojo de Especies Vegetales Amenazadas de la Península y Baleares y también el primer Libro Rojo de Especies Vegetales Amenazadas de las Islas Canarias, publicados en la década de los 80 en colaboración con unos ciento treinta especialistas. En ellos se reúnen 600 fichas de especies españolas en su mayoría raras, vulnerables o en peligro de extinción. Ambos han constituido un importante primer paso para una protección efectiva de nuestra flora. Gracias a la iniciativa y el esfuerzo del profesor Gómez-Campo el Banco de Germoplasma Vegetal de la UPM conserva 354 especies y subespecies amenazadas en España, que representan casi el 24% de la flora amenazada.
Espíritu incansable
Fue un apasionado de las Crucíferas, con las que empezó a trabajar cuando estudiaba los efectos biológicos de las radiaciones, y a cuya biología y sistemática dedicó innumerables horas en el aula, el microscopio, el invernadero o en el campo. Su ambición de recolectar semillas de especies silvestres de esta familia, y sobre todo de las que pertenecen a la tribu Brassiceae, para estudiarlas y conservarlas, le llevó a recorrer no solo toda la Península Ibérica sino también casi todos los países del norte de África y Oriente Medio, hasta Irán y Pakistán. La mayoría de estos viajes los realizaba, solo o con colegas y discípulos, con el menor presupuesto y la mayor economía de medios, en condiciones de mera supervivencia, durmiendo muchas veces a la intemperie y parando apenas para comer ... una lata de sardinas. De esta manera, conseguía multiplicar mágicamente el número de kilómetros y días de recolección, y aumentaba enormemente el rendimiento del viaje. Durante las interminables jornadas de aquellos viajes de recolección por muy diversos paisajes desempeñaba simultáneamente las tareas de conducir, detectar desde el coche las plantas que interesaban, y entretener a quienes le acompañaran con infinitas, variadas e interesantes anécdotas y relatos.
Su vasta actividad en el área de la conservación vegetal y en la biología y sistemática de las Crucíferas se ha visto reflejada en más de 250 publicaciones, incluyendo 9 libros. Pertenecía a numerosas sociedades científicas y fue vocal en varios comités científicos y conservacionistas nacionales e internacionales.
Fue un apasionado de la docencia, y tenía el don de convertir los conceptos más complejos o los datos más áridos en una amena charla en la que toda su audiencia quedaba cautivada. Impartió docencia (Biología General y Fisiología Vegetal) en los estudios de grado durante 40 años en la E.T.S. de Ingenieros Agrónomos. Además, fue coordinador del los programas de postgrado (Doctorado y Curso de Especialización) en la temática de la conservación de los recursos fitogenéticos, donde además de participar alumnos nacionales, atrajo a numerosos alumnos extranjeros. Era una persona de gran cultura y muy amplios conocimientos en diversos aspectos que, debido a su espíritu docente, compartía con sus alumnos y colaboradores. Este aspecto podía ser apreciado con más intensidad por aquellos con los que compartió viajes de recolección o viajes docentes. Su ímpetu e incansable tesón hicieron posible que en los últimos tres años de su vida, incluso estando ya gravemente enfermo, impartiera 47 talleres sobre “Conservación eficaz de semillas a largo plazo” en 17 países, desde Bolivia hasta China. Son muchos los técnicos e investigadores que, en todo el mundo, han recibido las enseñanzas y consejos de César Gómez-Campo.
Reconocimientos
Fue distinguido con varios premios nacionales e internacionales desde los comienzos de su carrera, como el Premio Lanz de divulgación científica (1962). Entre los más importantes cabe destacar el Premio Nacional de Medio Ambiente (1994), Premio FONDENA de Conservación de la Naturaleza (1997), Premio Plantaeuropa (2004), Premio Jardí Botanic Universitat de Valencia (2004). Contaba con muchas distinciones, como la Presidencia de Honor la Asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos desde 1996, y la Placa "in recognition" del XIII Crucifer Genetics Workshop, que recibió en 2002 en Davis, California.
Hasta sus últimos meses ha seguido colaborando con la Universidad y continuado con su trabajo, manteniendo su ilusión y proyectos, particularmente en los temas de conservación de plantas. Fue pionero en muchos aspectos de la conservación vegetal, maestro de botánicos, reconocido experto mundial en la taxonomía de las Crucíferas, y feliz poseedor de un optimismo empedernido que conseguía contagiar a quienes le rodeaban. Por todo ello será recordado.
El día 5 de septiembre de 2009, falleció en su domicilio, acompañado del afecto de su familia. Su trabajo y su recuerdo permanecen entre quienes le hemos conocido y continuamos su tarea. Descanse en paz.
M. E. González-Benito
J. M. Ortiz Marcide
J. B. Martínez-Laborde
Profesores del Departamento de Biología Vegetal de la UPM