Reencuentro 50 años después para la quinta promoción de ingenieros aeronáuticos
Cincuenta años después de abandonar la Escuela con el título de Ingeniero Aeronáutico bajo el brazo, veinte alumnos de la quinta promoción regresan para celebrar aquel día especial y la trayectoria profesional de cada uno de ellos.
Eran otros tiempos cuando en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos la media de alumnos graduados rondaba la treintena y no había ninguna mujer en sus filas. Ahora, con promociones de egresados que se acercan a los doscientos anuales parece difícil que una amistad, como la que nos ocupa, perdure a pesar de la distancia y el paso del tiempo.
Paso del tiempo que puede verse al observar ambas fotografías y que datan de 1958 (blanco y negro) y 2008 (en color) respectivamente. Cincuenta años son los que separan estas instantáneas, pero comparten protagonistas. No son otros que los alumnos que cursaron su carrera de Ingeniero Aeronáutico entre los años 1953 y 1958, coincidentes con la quinta promoción.
Ahora, el 5 de junio de 2008, han vuelto a reunirse a las puertas de la actual Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid. Esta no fue la Escuela donde se forjó la amistad, pues en los cincuenta las clases se impartían en las aulas de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales y en las aulas del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), en Torrejón de Ardoz. Pero a ella acuden ilusionados para celebrar los 50 años de graduación, convocados por José Luis Montañés, director de la ETSIA en el momento de la invitación.
Uno de los momentos para el recuerdo es el viaje de fin de carrera, que todos guardan con cariño en su memoria. En junio de 1958, tutelados por el profesor de Cohetes Luis Pueyo Panduro, emprendieron un viaje en autobús por Europa con paradas en Suiza, Italia, Alemania, Holanda, Bélgica y Francia, donde visitaron exposiciones, instituciones y fábricas, relacionadas con el campo aeronáutico así como diferentes aeropuertos como el de Orly (París), el de Kloten (Zurich) o el de Schiphol (Amsterdam).
A la vuelta se separan los caminos. La mayoría se queda en Madrid, donde hay más posibilidades de empleo en empresas como CASA, AISA, IBERIA, AVIACO y en organismos oficiales como el INTA y el, entonces, Ministerio del Aire. De los restantes, algunos se marchan a Andalucía a trabajar en CASA y HASA y otros regresan a las tierras que les vieron nacer e incluso uno decide ampliar estudios en EEUU.
A pesar de esta distribución geográfica y la disparidad de destinos, no se pierde una amistad surgida en los años de estudio y durante la convivencia en la Milicia Aérea Universitaria y los vuelos sin motor en el Cerro del Telégrafo. Amistad que continúa hasta el día de hoy.
Al acto académico de conmemoración acudieron 20 alumnos y los profesores Luis Fontán Abeytua, Ángel González Herrero, Juan Caballero de Andrés y José Antonio García Poggio, que inauguró el evento pasando lista. En esa lista hubo un recuerdo especial para los ingenieros que ya han partido definitivamente en el último viaje: Rafael Delgado de Molina Juliá, José María Álvarez Taviel Andrade, Carlos Bravo Iturzaerta, Alberto Elvira González, Francisco Gaminde Alix, y José Manuel Méndez García.
1958 fue un año de alegría para los alumnos que se graduaban y durante la comida de reencuentro ha habido tiempo para repasar esos días felices y las anécdotas de entonces.
Las efemérides de ese mismo año conmemoran grandes hitos de la aviación comercial ya que se inauguran los vuelos transatlánticos con aviones de reacción. El 12 de octubre, de la mano del Comet IV, y días después con el Boeing 707.